martes, 30 de septiembre de 2008

arcipreste de hita: enxienplo de las ranas en cómo demandavan rey a don júpiter (de las ranas que demandaban rey a júpiter)


Tomado de Oronoz Fotógrafos


Enxienplo de las ranas en cómo demandavan rey a Don Júpiter

Las ranas en un lago cantavan e jugavan,
cosa non les nuzía, bien solteras andavan;
creyeron al dïablo, que del mal se pagavan,
pidieron rey a Don Júpiter, mucho gelo rogavan.

Enbïóles Don Júpiter una viga de lagar,
la mayor que él pudo, cayó en ese lugar:
el grand golpe del fuste fizo las ranas callar,
mas vieron que non era rey para las castigar.

Suben sobre la viga quantas podian sobir;
dixieron: 'Non es éste rey para lo nós servir.'
Pidieron rey a Don Júpiter como lo solian pedir;
Don Júpiter, con saña, óvolas de oír.

Enbióles por su rey çigüeña manzillera;
çercava todo el lago, ansí faz la ribera,
andando pico abierta; como era vente[r]nera,
de dos en dos las ranas comía bien ligera.

Querellando a Don Júpiter, dieron boçes las ranas:
'¡Señor, Señor, acórrenos, tú que matas e sanas;
el rey que tú nos diste por nuestras bozes vanas,
danos muy malas tardes e peores las mañanas!

'¡Su vientre nos sotierra, su pico nos estraga!
De dos en dos nos come, nos abarca e nos traga!
¡Señor, tú nos defiende, Señor, tú ya nos paga;
danos la tu ayuda, tira de nós tu plaga!'

Respondióles don Júpiter: 'Tened lo que pidistes;
el rey tan demandado, por quantas bozes distes,
vengue vuestra locura, ca en poco tovistes
ser libres e sin premia; reñid, pues lo quesistes.'

Quien tiene lo que al cunple, con ello sea pagado;
quien podiere ser suyo non sea enajenado;
el que non toviere premia non quiera ser apremiado:
libertat e soltura non es por oro conprado.

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Al poeta castellano autor de la obra más importante de la Edad Media, El Libro del Buen Amor, Juan Ruiz, se le conoció como el Archipreste de Hita. Nació en la primera mitad del s. XIV y se cree que nació en Alcalá de Henares, aunque hay quienes dicen que nació en Guadalajara . Fue encarcelado por unos doce años y se piensa que escribió esta obra cuando cumplía una pena impuesta por el Cardenal de Toledo por oponerse al celibato y ser partidario de la barraganía (contrato de convivencia entre un sacerdote y una mujer) bastante difundida en Toledo donde convivían judíos, moros y cristianos.


Página de uno de los manuscritos del Libro de buen amor (Lba-codice) conservada en la Biblioteca Nacional de Madrid

jueves, 25 de septiembre de 2008

de princesas y dragones

esta mañana fui a un funeral. El era el marido de una persona amiga, de esas amistades y cariños que se generan través de los años al reconocerse en la pertenencia a un mismo lugar y al compartir eventualmente en alguna reunión y más que nada por temas laborales, pero sin que sea haya generado un lazo de amistad profundo.

Apenas llegué me acerqué a darle el pésame y cuando aun no llegaba a ella me miró fijamente y me dijo espontáneamente "él te quería mucho". Sólo supe abrazarla por su dolor y también por lo que me dijo que me hizo recordar la figura de él pequeñita y ágil y su gesto siempre cariñoso.

Con esa frase me introduje en el silencio, por lo sorpresiva. Con él, cuyos hijo mayor es de mi edad, la relación era más bien esporádica, aunque en los últimos años nos comunicamos muchas veces telefónicamente para hablar de cosas puntuales, lo mismo más de alguna vez que pasó por mi oficina y pudimos intercambiar brevemente sobre temas generales. Lo hacía porque después que se jubiló tras una exitosa carrera, dedicó el tiempo del que disponía a ayudarle a ella en su trabajo. Pero nunca hubo una cercanía mayor, excepto que siempre fue muy cariñoso como lo era con todos.

En estos días he pensado, inmersa en el silencio, precisamente sobre los tipos de relaciones que se dan entre las personas; sobre las relaciones que generamos y lo que algunas relaciones generan en nosotros. También acerca de las amistades que en alguna curva del camino se alejan y en el reencuentro con el paso de los años con la misma intensidad y naturalidad de siempre que se traduce en una conversación continua iniciada años atrás.

He pensado en esas relaciones en las que el sentimiento nace en el día a día sin proponérnoslo, sin pensar siquiera que es posible y que un día nos sorprenden cuando los descubrimos en lo más profundo, con una mezcla de alegría inmensa y de tristeza profunda debido a las circunstancias que los rodean. Lo que me ocurrió hoy me llevó a reflexionar sobre lo mucho que llega el que alguien exprese un cariño que no tendría por qué ser y se sumó a la reflexión sobre lo doloroso que es cuando el sentimiento que hace vibrar no es recíproco.

También últimamente he pensado en esas situaciones generadas por seres seductores que se cruzan en la vida de las personas y que las envuelven, con su yo emotivo, amable, tierno e interesado y que lleva a los seducidos a desarrollar sentimientos fuertes, de los cuales los seductores no se hacen cargo pero que mientras seducen, con su yo racional hacen declaraciones de principios, libertad, independencia y no compromiso y que cuando se dan cuenta que lo racional no pudo con esa necesidad que las personas tenemos de sentirnos queridas, se justifican haciendo notar la brutal claridad con la que se expresaron mientras seducían con gestos, regalos, cariños.

A propósito de estas cosas, he recordado una vieja historia, bastante cursi y hasta repetida, pero es la que se me vino en mente en este momento y como no tengo el texto completo, dejo aquí sólo un resumen.

La historia habla de un príncipe que conquista, seduce y enamora a una muchacha de la aldea cercana al castillo donde habita. Ella no es sino una sencilla plebeya del reino. El durante un largo tiempo le busca, le ronda, le envía misivas a diario, cartas llenas de ternura, la visita en su humilde casa, pero siempre por la noche y nunca en días de guardar. Organiza encuentros con ella increiblemente apasionados en los que la mira traspasándola y que hacen que ella descubra lo que nunca ha vivido.

A la damicela en cuestión no le inquieta que esos encuentros sean en su casa o en refugio que tiene el príncipe, ni tampoco que nunca sean en público; jamás conoce en ese tiempo a los que a él le rodean, seguramente por eso que los príncipes deben llevar vidas secretas y no deben hacer evidentes sus relaciones para mantener la estabilidad del reino. Al príncipe le corresponde mantener la credibilidad porque está empeñado en que al interior de sus territorios sus súbditos tengan relaciones cordiales.


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Ella se deja seducir con las palabras de su príncipe que le dice que es su alma gemela, su mejor amiga, su cómplice, su confidente, pero nunca puede conocer a quienes le rodean, ni siquiera a sus lacayos, tampoco sale en carroza con ella ni la lleva a los lugares donde los príncipes van a comer, como lo hacen con las damas de la corte. Ella piensa que todo eso es natural, ella solo es una plebeya y no aspira a nada que no sea el amor de él, que él la ame y la respete y se sienta orgulloso de ella.

Pero un día, la muchacha se percata que el príncipe, de la noche a la mañana empieza alejarse y repentinamente se le acercan las brujas del pueblo y le cuentan a ella historias de traiciones, de dobles vidas, las que empieza a creer desde su ingenua simpleza. Entonces ella piensa, por la abnegación que el le demuestra, que es la elegida en el reino del príncipe amado y que el ha cometido deslices y por eso son sus repentinas ausencias; ella cree que él está seduciendo a otra mujer.

Sin embargo en algún momento la muchacha toma consciencia de que es a ella a quien el principe oculta porque es sólo una plebeya y comienza a pensar que lo que las brujas le decían podría ser verdad y que el príncipe sólo se rodea de reinas y princesas que le aseguren la continuidad del reino y las buenas relaciones con reyes y príncipes de otros reinos.


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Cuando se da cuenta que lo que creía que era único y maravilloso, era en realidad una relacion clandestina, la damicela se mira al espejo y descubre que su ropa sencilla no se parece a las galas que las princesas visten y que en su rostro no es suficiente adorno su mirada enamorada, que sus sentimientos puros y su ilusión no tienen valor para los príncipes acostumbrados a conquistas de grandes territorios y de ojos maquillados con oro.

Entonces ella empieza a creer que el príncipe tiene una relación con una princesa de la corte a la que lleva en sus viajes por sus otras tierras y que mientras la seducía el mantuvo esa relación aceptada por el reino aunque el él la niega aduciendo su falta de tiempo por las guerras de conquista, su incapacidad para amar porque los príncipes no sienten, las heridas de guerra y tortuosos amores pasados en los que pesan las culpas y le aclara que lo que ella cree es una relación con una princesa es sólo una amistad normal entre príncipes de la misma corte.

La muchacha plebeya se sume en la tristeza y busca la manera de alejarse del príncipe porque sabe que el ni siquiera va a notar su ausencia y un día se arma de valentía y corre hacia el castillo, arriesgándose a caer en el foso que lo rodea y a ser devorada por los cocodrilos o a ser atacada por el dragón que lo custodia.


Laura o hada, originally uploaded by dibufoto.

Ella grita para que le escuche el príncipe, que se ha encerrado presa de una crisis como las que les da a muchos príncipes y está concentrado buscando la manera de salvar su reino, en medio de la angustia y la soledad. Ella, que siente que debe acompañarle y ser su apoyo en los momentos difíciles, le declara a gritos su amor y le envía con palomas mensajeras misivas en las que le dice que le ama y le necesita, ingenuamente cree que eso le va a acercar a él.

El sin perder la calma y con tono triste, sale a una terraza del castillo y le dice a la damicela con mucha frialdad y casi brutalmente que ella debe entenderlo, que no le ama y que si Dios le diera a elegir un último deseo, el lo único que pediría sería estar con ese tortuoso y viejo amor, la princesa Marietta, la que nunca le perdonó algún desliz, la que casi le clavó una daga en el pecho y trató de arrebatarle casi todo el reino y la que, con sus intrigas, generó temor e inseguridad en la damicela plebeya.

Al escuchar estas palabra más dolorosas que el estoque más afilado, más demoledoras que todos los ejércitos del reino, la muchacha plebeya se siente morir, se da cuenta que su amor no tiene ningún sentido, no entiende por qué el príncipe le sedujo, la enamoró y le trató como a princesa.


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Siente vergüenza, injustificada, de sí misma, también de haberse acercado al castillo para ofrecer de esa manera su amor inutil y su compañía al angustiado príncipe y también rabia por haber sido tan ingenua; llora por sentir amor hacia un príncipe que, piensa ella, seguramente esta comprometido con una princesa y que gusta rodearse de ellas y que además añora estar con la más cruel, la que clava dagas; entonces trata de arrancarse ese amor que no le sirve, del pecho; sale corriendo queriendo perderlo en el camino, con suerte esquiva el foso y cruza los campos que rodean el castillo, se pierde en el bosque contiguo y no logra salir de él sino hasta el día siguiente cuando está ya casi oscuro, entonces con una paloma mensajera le envía una misiva de despedida al príncipe diciéndole que ella se aleja para no ser estorbo en su camino.

Mientras tanto la muchacha plebeya, con el corazón desgarrado y herido, llora por su amor perdido, ese que que nunca fue y siente el ardor de las quemaduras causadas por las llamas del dragón que custodia el castillo y entonces, buscando la libertad y el olvido se lanza al río.

domingo, 21 de septiembre de 2008

carlos monsiváis, una coincidencia hoy

mientras realizaba tareas de la casa escuchaba a Alfredo Zitarrosa y mi próxima entrada, o sea esta, sería para recordarlo. En un paréntesis de las tareas, esta tarde leí una entrada en el blog de la mexicana Graciela Barrera acerca de la presencia de Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska en la la Feria Internacional del Libro Universitario en Xalapa, México; le comento que de él prácticamente no he leido nada, excepto algún artículo disperso. Imperdonable, cuando es uno de los escritores más importantes no sólo en México sino en América Latina, premiado con el premio Juan Rulfo (ahora Premio de la Feria Internacional del Libro) en el 2006; a ella, en cambio, simplemente la disfruto y me encanta.

Me quedo pensando en mi ignorancia, ampliada ahora a Mosiváis, gran amigo de Elena Ponitowska y a quien ella lo cita constantemente.



Tengo toda la disposición de dormir, cuando enciendo la TV y le están entrevistando justamente a Carlos Monsiváis, me emociono y encuentro un motivo para postergar el sueño; es que los últimos días no es que me ha costado dormir, porque cerrar los ojos y conciliar el sueño no cuesta, sino que me pasado en duermevela, con un sueño liviano por no decir frágil acompañado de un despertar de madrugada.

Y Monsiváis habla sobre Juan Rulfo y Pedro Páramo y sobre la épica del desconsuelo, me gusta ese concepto, me gusta el trasfondo que tiene; también resalta la importancia de Rulfo porque, al decir de Mosiváis, "resucita palabras", esas del lenguaje popular que se estaban perdiendo. Mientras pienso en ello le oigo decir que a televisión "es la tramitadora del idioma de Cervantes" y cuando trato de entender ya le oigo decir que lamenta por no ver nunca telenovelas y que le gustaría verlas por el fenómeno mediático que representan. Me encanta su naturalidad y más cuando dice que "el intelectual es aquel a quien, en términos generales, de le pregunta para no oir". Sonrío.

Finalmente habla sobre política mexicana y se refiere al anterior presidente de su país como un "profesional de la jactancia" y a continuación habla sobre Borges.

Tengo claro que debo leer a Monsiváis; me ha seducido y como es tarde (o temprano, depende desde donde se mire) por ahora dejo aquí un enlace a una charla sobre Lectura y globalización. Elogio (innecesario) de los Libros, mientras me preparo un jarro de leche de soya bien caliente con miel, a lo mejor es un buen inductor del sueño o si no, un desayuno anticipado, depende cómo se lo tome.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

mario benedetti: otro escaparate

29. Otro escaparate

Desde el horizonte hasta mis ojos con lentes verdes de contacto, el mundo es un escaparate. No más allá del horizonte, porque ahí empieza otro comercio, que seguramente constará de otras vidrieras.

Lo que vemos aquí es tan variado que a veces nos aburre. El atractivo está en lo único, en la morada de la soledad, en el pulso de un corazón marchito, en el tránsito por una pesadilla propia, donde un prójimo nos vigila y otro nos hace trampa.

En el escaparate hay rostros que enamoran, pero antes de conmovernos hay que tener mucho cuidado, porque a veces son simplemente maniquíes y uno se da de cabeza contra sus codos de plástico o sus rodillas de madera. Los verdaderos cuerpos que reclaman y merecen amor andan por la calle, bajo sus paraguas azules o bendecidos por el sol. También la lluvia torrencial lava el amor, lo deja limpio por dos o tres jornadas, y uno, más inocente que nunca, cree que ha ganado el cielo, esa utopía.

En el escaparate de la realidad hay festivales pero también hay cementerios que parecen jardines. La gente se acerca a las tumbas y a los nichos y les deja flores, que pueden ser perdones o remembranzas, pero tres o cuatro crepúsculos después el camposanto será apenas un jardín de flores marchitas.

Mientras tanto, en plazas y calles la vida sigue e improvisa, como si la muerte fuera una invención, una mentira. Y a lo mejor lo es. Uno termina aferrándose a esa imposibilidad, sin advertir que más adentro el alma desfallece.


Tomado de: "Vivir adrede" de Mario Benedetti. Alfaguara 2008

domingo, 14 de septiembre de 2008

estocada, robo y lágrima

el día que me clavé el estoque alguien escribió:

"Los toros, esa fiesta sangrienta, atávica, cruel y...también noble y hermosa. La odié hasta que una mañana me levanté toro y pensé cómo preferiría morir: ... en medio de una plaza con la esperanza ínfima del indulto. Y el toro prefirió el toreo"

en ese instante sonó "En el Café de Chinitas" y junto al estoque una lágrima rodó, entonces me robé un cartel de los toros en Sevilla y lo pegué en mi cartelera y sin quererlo me sentí protagonista del verso "de una pedrada me cargué el cristal y corrí, corrí con ella hasta mi portal".

el día que me clavé el estoque escuché "En el Café de Chinitas"...

En el café de Chinitas
dijo a Paquiro un hermano:
"Soy más valiente que tú
más torero y mas gitano."

En el café de Chinitas
dijo a Paquiro un Frascuelo:
"Soy más valiente que tú
más gitano y mas torero."

Sacó Paquiro el reló
y dijo de esta manera:
"Este toro ha de morir
antes de las cuatro y media."

Al dar las cuatro en la calle
se salieron del café
y era Paquiro en la calle
un torero de cartel.


Foto de cartel y texto robados, con el permiso de Juan Vera



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"El Café de Chinitas" es una antigua canción española, del s. XIX que fue recopilada por Federico García Lorca y que cuenta la historia del torero Francisco Montes "Paquiro", torero muy popular y querido que en 1836 publicó el libro "La Tauromaquia completa" en la que se establecen los reglametos de la fiesta y que se mantienen hasta hoy, aunque no goza de la popularidad de la obra de Pepe-Hillo.

lunes, 8 de septiembre de 2008

rafael alberti: se equivocó la paloma

SE EQUIVOCÓ LA PALOMA

Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.

Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.

Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.

(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)


sábado, 6 de septiembre de 2008

de cabezas de toro

esta mañana, mientras miraba absorta una pequeña y bella cabeza de toro hecha artesanalmente en cuero negro de astas cerradas hacia arriba, orejas bien puestas y hocico medio abierto, no tanto como cuando cae después de la suerte del estoque, sino como cuando resuella y que me han traido de regalo de Andalucía, me transporté a cosas que se me han quedado grabadas desde niña.


torito, originally uploaded by dibufoto.

Entre las cosas más cotidianas y bonitas estaban las subidas al páramo, generalmente al Cotopaxi o a Papallacta, a veces por el día, otras con la inmensa carpa de lona a acampar en el frío.

En el pedregal del Cotopaxi había tres cosas que me fascinaban: los caballos salvajes. Verlos era un cúmulo se sensaciones y emociones.

Los jambatos, pequeños sapos negros de panza amarilla que saltaban con sus crías sobre la espalda, eran chiquititos, preciosos y el que acarrearan a los sapitos guagua producía ternura. Que triste recordar a esas pequeñas ranas que son ahora una variedad extinta.

Y la tercera eran los craneos de animales que se encontraban por ahí en medio del pedregal botados, supongo que de venados, a lo mejor de los caballo, pero yo siempre pensaba que eran de toros, cráneos de toros que murieron sin ser toreados, porque eran alargados y planos...no sé, eran de toro.

Esta mañana, mientras miraba esa cabeza taurina en cuero recordaba esos cráneos "de toro" y pensaba en por qué nunca me dejé llevar por las ganas y contradiciendo a lo mejor (siempre lo hacía) a mis padres, no dije que quería uno de esos para llevarlo.

Esta pequeña cabeza de cuero negro porque tiene esa forma perfecta del toro me recuerda a esos cráneos y me trae este recuerdo de infancia...y no recuerdo si tenían cuernos.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

"Illo y Romero",es un poema del poeta y dramaturgo español José Bergamín nacido en Sevilla en 1895 se inició en una revista dirigida por José Ramón Jiménez quien junto a José de Unamuno fueron amigos muy cercanos. Entre los temas sobre los que escribió Bergamín esta la tauromaquia, con notas como "Así hablaba Juan Belmonte" o "La música callada del toreo" -(parte 1) (parte 2)



Bergamín fue quien editó "Poeta en Nueva York" de Federico García Lorca, en el exilio luego que fundó la Alianza de Intelectuales Antifacistas. El manuscrito le entregó el poeta mismo antes de su muerte. También quien editó la obra de Antonio Machado, Rafael Alberti y García Lorca, entre otros, desde México bajo la Editorial Séneca fundada por él mismo.

José Bergamín es autor de "La música callada del toreo", nombre que luego Rafael Alberti le dió a un poema que le dedicó:

LA MUSICA CALLADA DEL TOREO

A José Bergamín

De luz en sueño y sombra la corrida:
Un abrir y cerrar, verte y no verte,
un quererte en silencio por prenderte,
llama espiral, ceñida y desceñida.

Un silbido que aposenta su medida
en el aire acordado de la suerte,
un pase de la luz al de la muerte
o en alas de la sombra al de la vida.

Un prodigioso mágico sentido,
un recordar callado en el oído
y un sentir que en mis ojos sin voz
veo.

Una sonora soledad lejana,
Fuente sin fin de la que insomne mana
La música callada del toreo.





RAFAEL ALBERTI PARA JOSE BERGAMIN


Rafael Alberti




TÚ que sabes tantas cosas,
Dime por qué vuela el pájaro;
Por qué crecen las espigas;
Por qué reverdece el árbol.

Por qué se alumbran de flores
En primavera los prados.
Por qué no se calla el mar.
Por qué se apagan los astros.

Por qué es sonoro el silencio
En la soledad del campo:
Y el agua corre a esconderse
Entre su risa y su llanto.

Por qué el viento aviva el fuego
Cuano no puede apagarlo.
Por qué el corazón se duerme
Si el alma sigue soñando.


LA VEJEZ es una máscara:
Si ta la quitas, descubres
El rostro infantil del alama.

La niéz te av siguiendo
Durante toda la vida.
Pero ella va más despacio
Y tú andas siempre de prisa.

Cuando la vejez te llega,
No es que vuelvas a la infancia,
Es que moderas el paso
Y al fin la niñez te alcanza.


Otros sonetos

A Rafael Alberti

EUROPA no habla griego, que habla gringo
Creyendo que está hablando en europeo:
Babélico balido ybalbuceo
Quese americaniza de vikingo.

Nunca soó un imperio Carolingo
Tan incontinental cocacoleo.
Ni encontró un Bonaparte a su deseo
Tal respuesta, responso, ni respiro.

Respuesta que es apuesta y desatina.
Responso a la difunta Gran Bretaña.
Respingo que lo da quien más se empina.

Y mientras se la ignora o se la extraña
A unaEuropa, que, al serlo, fue latina,
Ya no se habla en cristiano ni en España.


pepe-hillo y el toreo

Illo y Romero

El arte del toreo
fue maravilla
porque lo hicieron juntos
Ronda y Sevilla.
Unieron dos verdades
en una sola
con Illo y con Romero
Sevilla y Ronda.
De Sevilla era el aire
de Ronda el fuego:
y los dos se juntaron
en el toreo.
Y como se juntaron
los dos rivales
no habrá nada en el mundo
que los separe.
Tampoco se separan,
andando el tiempo,
Joselito y Belmonte
de Illo y Romero.
En José estuvo el soplo
y en Juan la brasa:
y en los dos encendida
la llamarada.
Por eso fueron
José y Juan, los dos juntos,
todo el toreo.

(José Bergamín - Seguidillas Toreras)

"Illo y Romero" del poeta y dramaturgo español José Bergamín nacido en Madrid en 1895. Entre los temas sobre los que escribió Bergamín está la tauromaquia, con notas como "Así hablaba Juan Belmonte" o "La música callada del toreo" -(parte 1) (parte 2)



"José Illo" de Goya

Pepe Hillo (Jósé Delgado) era el torero popular, nacido en Sevilla en 1754. Era querido por todos por su buen humor, es "el que hacía en la plaza lo que todos pero que lo hacía como ninguno". Se cuenta debido a su popularidad a Pepe Hillo se le hacían coplas y canciones y cuando toreaba en Sevilla jamás salía al ruedo sin antes pedirle la bendición a su padre y sin pasarse la mañana de la faena en la capilla del Baratillo. Esto dio lugar a la coplilla
"¡ Qué lástima me ha dado
de ver a "Hillo"
rezando en la capilla del Baratillo"

La importancia de José Delgado, llamado Pepe-Hillo radica en que, aunque casi no sabía leer ni escribir se preocupó de que el toreo sea considerado un Arte y su afán era que hubiera coherencia en la faena desde la salida del toro al ruedo hasta su muerte; eso se reflejó en "Tauromaquia o el Arte de torear", un libro dictado por Pepe-Hillo a Dn. José de la Tixera y que se publicó en 1796 en Cádiz, en él se establecieron los parámetros de lo que debía ser el toreo a pie.

En 1801 se programó una corrida entre Pepe-Hillo, Antonio de los Santos y José Romero, nacido en Ronda y hermano mayor de Pedro Romero quien junto a Pepe-Hillo renovaron el toreo a finales del s. XVIII. La diferencia entre ambos toreros y que estableció la competencia entre ellos fue por un lado la importancia que Pepe-Hillo le daba al desarrollo de la faena con todas sus suertes, mientras que Romero hacía énfasis en la muerte del toro como culminación de la faena.

Volviendo a esa corrida, la leyenda dice que fue el mismo Pepe-Hillo el que eligió el toro negro zaíno que iba a torear. Pepe-Hillo murió por las 25 cornadas que recibío de "Barbudo" del que se sabe fue un toro manso que recibío sólo 3 o 4 varas y luego huyó para que luego le colocarán cuatro pares de banderillas. Pepe-Hillo para esa corrida vistió de azul y plata y al momento de la suerte entró con dos estocadas muy superficiales y con mucho acercamiento a "Barbudo", el que lo embistió. Fue José Romero el que mató al toro de dos estocadas. Para su entierro hubo procesión popular hasta la Iglesia de San Ginés en Madrid, donde se guardó luto por su muerte por mucho tiempo, hasta con suspensión de corridas.


"La muerte de Pepe Hillo" Goya


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(Ver: http://www.ganaderoslidia.com)

martes, 2 de septiembre de 2008

josé bergamín, algo sobre él

José Bergamín, (Madrid 1895 - San Sebastián 1983) estudió leyes y empezó a escribir en 1921 en la revista "Índice" dirigida por Juan Ramón Jiménez quien junto a Miguel de Unamuno fueron sus amigos más cercanos. En 1933 fundó la revista "Cruz y Raya" y formó parte de la "Alianza de Intelectuales Antifacistas". Luego del triunfo del franquismo partió al exilio que le llevó a vivir en México, Venezuela, Uruguay y Francia. A este poeta se lo relaciona con la generación del 27.

Bergamín fue quien editó "Poeta en Nueva York" de Federico García Lorca, en el exilio en México, luego que fundó la Alianza de Intelectuales Antifacistas y se tuvo que ir de España. El manuscrito le entregó el poeta mismo antes de su muerte. También editó la obra de Antonio Machado, Rafael Alberti y García Lorca, entre otros, desde la Editorial Séneca fundada por él mismo.

José Bergamín es autor de "La música callada del toreo", nombre que luego Rafael Alberti dió a un poema que le dedicó:

LA MUSICA CALLADA DEL TOREO

A José Bergamín

De luz en sueño y sombra la corrida:
Un abrir y cerrar, verte y no verte,
un quererte en silencio por prenderte,
llama espiral, ceñida y desceñida.

Un silbido que aposenta su medida
en el aire acordado de la suerte,
un pase de la luz al de la muerte
o en alas de la sombra al de la vida.

Un prodigioso mágico sentido,
un recordar callado en el oído
y un sentir que en mis ojos sin voz
veo.

Una sonora soledad lejana,
Fuente sin fin de la que insomne mana
La música callada del toreo.


Del mismo modo, José Bergamín le dedicó un poema a Alberti:

OTROS SONETOS

A Rafael Alberti

EUROPA no habla griego, que habla gringo
Creyendo que está hablando en europeo:
Babélico balido ybalbuceo
Quese americaniza de vikingo.

Nunca soó un imperio Carolingo
Tan incontinental cocacoleo.
Ni encontró un Bonaparte a su deseo
Tal respuesta, responso, ni respiro.

Respuesta que es apuesta y desatina.
Responso a la difunta Gran Bretaña.
Respingo que lo da quien más se empina.

Y mientras se la ignora o se la extraña
A unaEuropa, que, al serlo, fue latina,
Ya no se habla en cristiano ni en España.


José Bergamín se movió entre la poesía, el ensayo, la dramaturgia. Estos son unos pocos de sus poemas:


TÚ que sabes tantas cosas,
Dime por qué vuela el pájaro;
Por qué crecen las espigas;
Por qué reverdece el árbol.

Por qué se alumbran de flores
En primavera los prados.
Por qué no se calla el mar.
Por qué se apagan los astros.

Por qué es sonoro el silencio
En la soledad del campo:
Y el agua corre a esconderse
Entre su risa y su llanto.

Por qué el viento aviva el fuego
Cuano no puede apagarlo.
Por qué el corazón se duerme
Si el alma sigue soñando.



LA VEJEZ es una máscara:
Si ta la quitas, descubres
El rostro infantil del alama.

La niñez te va siguiendo
Durante toda la vida.
Pero ella va más despacio
Y tú andas siempre de prisa.

Cuando la vejez te llega,
No es que vuelvas a la infancia,
Es que moderas el paso
Y al fin la niñez te alcanza.



POEMA A CRISTO CRUCIFICADO


Tú me ofreces la vida con tu muerte
y esa vida sin Ti yo no la quiero;
porque lo que yo espero, y desespero,
es otra vida en la que pueda verte.

Tú crees en mí. Yo a Ti, para creerte,
tendría que morirme lo primero;
morir en Ti, porque si en Ti no muero
no podría encontrarme sin perderte.

Que de tanto temer que te he perdido,
al cabo, ya no sé qué estoy temiendo:
porque de Ti y de mí me siento huido.

Mas con tanto dolor, que estoy sintiendo,
por ese amor con el que me has herido,
que vivo en Ti cuando me estoy muriendo.


A UNAMUNO

la mar, de la que soy
cada vez, más íntimo amigo
M.de Unamuno



A esta soledad a solas
(acantilado en que rompen
los sueños como las olas)
he vuelto para soñar,
como Unamuno soñaba:
la "íntima amistad del mar".

Soledad de soledades
de la mar, siembra en el viento
de futuras tempestades.
De los vientos que sembraba
nunca pudo cosechar
la tempestad que esperaba.

Y esta mar brava o en calma
acompañó el solitario
diálogo con su alma.

Como si la mar no fuera
más que el soliloqueante
soñar de su vida entera.

Mar cántabra unamuniana,
vuelvo a ti para encontrar
su íntima amistad lejana.

Para volverla a soñar.


AL VOLVER

Aquí nació mi vida a la esperanza
y aquí esperé también que moriría;
ahora que vuelvo aquí, parecería
que el tiempo me persigue y no me alcanza.

Detiene otoño el paso a la mudanza
que en la luz, en el aire se extasía;
los árboles son llamas, su alegría
enciende ya mi bienaventuranza.

Todo pasó. Todo quedó lo mismo:
como si en este otoño floreciera,
ardiendo en el fulgor de su espejismo,

última para mí, la primavera;
abismo del no ser al ser abismo,
la eternidad del tiempo prisionera.


ENRIQUE MORENTE LE CANTA A JOSE BERGAMIN




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