miércoles, 24 de junio de 2009

"y la mía también": AH1N1

es una frase que se repite "el mío también", "la mía ya tuvo". Deben ser las frases que más he oido desde que llegué de Quito, donde la influenza humana se sentía (y se siente lejana), excepcional y de cuidado.

Había visto en los periódicos y mi hija también me había comentado que aumentaban los casos, pero es diferente llegar y darse cuenta que no hay colegio que esté ausente del contagio y que se cuenten los niños por cursos como si fuera un record necesario o pendiente. Las clases no se suspenden y más bien están empeñados los colegios en terminar los exámenes y el semestre previo a las vacaciones de invierno; a los enfermos no se les manda a cuarentena, menos a sus familiares y ya no es extraño saber que tal o cual hijo de alguien está enfermo. En mi trabajo, por ejemplo, somos veinte personas y hay cinco hijos diferentes contagiados (ninguno ha tenido contacto con los otros).



Mi hija ayer amaneció mal, la temperatura que en la noche le subió repentinamente, se mantenía y a ello se sumaba el dolor muscular intenso, tos seca, presión en el pecho mientras decaimiento de los días anteriores era mayor.

Primero la incertidumbre frente a qué hacer, dónde llevarla dada la saturación de las urgencias hospitalarias por el virus sincicial respiratorio ("Al igual que la influenza humana, el virus sincicial es una enfermedad respiratoria que si se agrava puede ser letal, no cuenta con vacuna y en los últimos días ha contribuido a colapsar los servicios de urgencia de los hospitales del país.") que por el frío se manifestó violentamente a partir del fin de semana de frío.

Llamé al Hospital Metropolitano (Ex Militar); me comentaron que es donde se concentraba la atención por influenza A, allí me aclararon que no había atención para el AH1N1 porque estaban haciendo soporte a los hospitales que ya no daban abasto con pacientes infantiles. Entonces llamé al Hospital El Salvador y la respuesta fue similar, había que hacerse a la idea de esperar por lo menos tres o cuatro horas, si no más ("Explosiva demanda en hospitales y clínicas: Hasta 7 horas de espera en servicios de urgencia por enfermedades respiratorias")

Llamé a dos clínicas privadas y los servicios de urgencia también estaban saturados - "va a tener que esperar de dos a tres horas", dijo la secretaria y los costos por urgencia eran altísimos, sin contar con el pago del examen. Finalmente una de ellas me dijo que mejor pida hora con un médico general, broncopulmonar u otorrinolaringólogo en cualquier clínica o centro médico. Fue lo que hice, reconfirmé la única posible hora que inicialmente, a las ocho de la mañana, solicité en una clínica de atención ambulatoria con una especialista otorrinolaringóloga.

La atención fue rápida, con una espera de 10 minutos. Ella llevaba mascarilla y apenas le vio a mi hija le ordenó ponerse la suya. La revisó acusiosamente y nos explicó que ya no se está haciendo el examen y que en este caso los síntomas correspondían. Llenó una planilla para el Servicio de Salud zonal dependiente del Ministerio y nos dijo que seguramente la iban a contactar.

A continuación escribió la órden para retirar en el primer piso el famoso Tamiflú, fabricado únicamente por Roche, que de paso, subío sus acciones considerablemente, que se toma en cinco días y nos dio las instrucciones respectivas: paracetamol combinado con ibuprofeno tres veces al día para el dolor y la fiebre y noscapina para restar la tos. Reposo por todo ese tiempo y una licencia médica para la Universidad, donde seguramente fue el contagio (sin descartar el metro). Las instrucciones fueron que ella use mascarilla si está conmigo o si sale de su dormitorio. Támbién yo debo usarla al estar cerca de ella y me sugirió seguir con mis actividades habituales siempre y cuando evite acercarme a otras personas menos de un metro y sin contacto físico. "Si se le presentan los mismos síntomas, por contagio, venga enseguida para recetarle la medicación correspondiente", dijo.



Así funciona esto. El aislamiento a los casos de contagio no existe, tampoco el de quienes viven con el enfermo. En Chile se han reportado oficialmente más de 7.000 casos, en el Ecuador 125; a nivel regional la OPS reporta 45.402 casos al día de hoy (aquí bajar en .pdf el reporte completo a la fecha 24/06/2009).

La enfermedad circula por la ciudad al ritmo del metro y del transantiago y nadie sabe si la persona que tosió al lado en el supermercado, en la esquina o en la casa es un portador o está ya contagiado...siempre queda la duda.


Si también me contagio con la "porcina", la gripe A, la influenza humana o AH1N1, tengan la seguridad que avisaré a tiempo...


1 comentario:

Edu dijo...

Increíble lo que cuentas, Francisca. Creo que ha habido mucho descuido, en un país que se entiende que está mucho mejor organizado que otros... En todas partes se cuecen habas, como dicen por acá!