lunes, 13 de julio de 2009

jorge enrique adoum : "desencuentros con julio"


foto: Andrea Pecchioli

es como si lo hubiera visto morirse quince meses atrás o sea el 6 de noviembre
de 1982 cuando enterrábamos a carol
hacía un frío triste y gris y allí estábamos los amigos
desfilando sobre un suelo movedizo y húmedo de hojas sucias de otoño como
si hubiera servido para otros entierros u otros otoños
y tras haber echado cada uno una flor -rosas amarillas había pedido su madre
por teléfono- sobre la caja angosta y pequeñita
nosotros que habíamos enterrado en nuestra vida a tantos muertos y dádole el
pésame a tantos deudos
nos encontrábamos en el cementerio de montparnasse con un único deudo
solo alto duro flaco
de pie con una gabardina azul bajo el arco de unos árboles casi decorado de
teatro

como en él todo era grande (sobre todo el corazón) me hizo sentirme más
pequeño con su inmenso abrazo y su recomendación de que me cuidara
pero en ese instante como si yo no hubiera sido yo sino uno de sus personajes
de esos con supersticiones y premoniciones causales y casuales
decía me decía ¿y a quién vamos a darle el pésame cuando él se muera si no
a nosotros mismos?
como si él y no alguno de nosotros los otros hubiera de morirse primero
después los que quedamos nos juntamos los pedazos prometiéndonos vernos
con mayor frecuencia no dejar que las calles y distancias de parís nos
separaran estar más juntos que antes como para que nadie llegara a faltarnos
y es precisamente él quien nos falta ahora y estamos todos dándonos el
pésame abrazándonos más estrechamente que nunca recibiendo condolencias
por teléfono o por correo

sintiéndolo de pronto al lado cuando entramos en un bistrot o tomamos el metro
o escuchamos jazz o nos ponemos un pullover
y habiendo olvidado en esa oportunidad sus antiguas instrucciones para llorar
traté a escondidas en difícil homenaje a su memoria de subir de espaldas la
escalera
y he de incurrir en el ya lugar común de decir de ciertas situaciones o de ciertos
desencuentros sucesivos que parecen un cuento de cortázar
pero la culpa es suya por habernos demostrado que uno puede pasar de su
mundo cotidiano y rutinario a un universo paradójico con solo tomar un tren o
abrir una puerta

en septiembre de 1982 la universidad internacional menéndez y pelayo de
españa acordó culminar un seminario celebrado en sitges rindiendo homenaje
a la obra de cortázar y entregándole una medalla
julio no pudo asistir atado como estaba a la cama de hospital de su mujer (y sin
embargo en esos días escribió dos cuentos de horror sobre el fascismo
argentino)
y por generosidad de los participantes se decidió que yo recibiera la medalla en
su nombre
pero en lugar de entregármela en su estuche el rector me la "impuso" o sea
que simplemente me la puso
o sea que me la quité en seguida porque estaba destinada a otro pecho
y agradecí no en nombre de cortázar sino en el de quienes éramos sus amigos
y hermanos
ese reconocimiento a la obra del gigante "pastor de palabras" pero también a la
del hombre que con sus largos brazos de boxeador frustrado golpeaba en cada
round la mandíbula de los dictadores
al que le había quitado todas las cáscaras a la realidad hasta encontrar en ella
las semillas de lo imaginario
al doble compañero en quien la literatura y la revolución se daban la mano
comprensivas
a su ejemplar capacidad latinoamericana de ubicuidad porque estaba en lo
esencial de chile y de argentina en cuba y nicaragua en el salvador y
guatemala
tratando en todas las tribunas posibles y desde todos los tribunales de
explicarles a los europeos cómo son las cosas contra las que se debaten o por
las que combaten nuestros pueblos
yo declaré en aquel acto cordial y solemne que entregaría a julio la medalla por
lo menos en unión de los participantes en el seminario radicados en parís -saúl
yurkievich osvaldo soriano y miguel rojas mix
desde
la casa de eduardo galeano lo llamamos por teléfono para enterarnos
del estado de salud de carol y yo le hice el resumen de la solidaridad de
profesores y alumnos de amigos y desconocidos en ese momento tenso que
estaban pasando esas dos vidas
y le prometí esa fraternal miniatura del acto de sitges para cuando carol saliera
del hospital
pero carol salió del hospital al cementerio y me pareció que celebrar la reunión
sin ella habría sido algo como faltar a mi palabra o algo como olvidarla
demasiado pronto
por lo demás julio se puso sanamente a viajar en seguida
fue al sur de francia y volvió a cuba (que le había cambiado casi veinticinco
años atrás las líneas de la mano) y a nicaragua (donde "han empujado la
palabra cultura a la calle como si fuera un carrito de helados o de frutas")
cuando estuvo de regreso yo entraba unavezmente más al hospital por nuevos
incidentes corazonales
y estuve un mes fuera de parís por razones de convalecencia
a mi regreso saúl estaba ausente y soriano había ido a hacer una
"prospección" en argentina donde su último libro disputaba con uno de julio el
primer lugar en la lista de best-sellers
cuando en junio apareció Deshoras y lo encontré en una lectura de poemas
que hizo claribel alegría conmigo me pareció llegada la oportunidad que
buscaba y le propuse celebrarlo con la reunión nueve meses postergada y
entregarle la medalla
pero él se marchaba al día siguiente a italia y a no sé qué otros países más
luego vinieron las vacaciones de verano en las que todos se ausentaron
excepto yo que me fui a ecuador en septiembre y octubre
a mi vuelta la medalla guardada en un cajón del escritorio me seguía
quemando las manos
y decidí dársela aun cuando fuera sin pretexto literario ni fiesta casera ni
invitados íntimos
pero él podía por fin volver a su argentina en donde tanto tiempo le estuvo
prohibido entrar y a veces ser leído
e iba a hacer un nuevo viaje a cuba y nicaragua pasando por parís pero esta
vez su médico no se lo permitió
"por el peligro de la enfermedades tropicales" según julio que seguía
engañándo(se)nos
en diciembre lo encontré en casa de daniel viglietti y por vez primera lo vi
malhumorado harto de venir arrastrando tres años de alergias y seis meses de
leucemia y otros trastornos
cuando al abrazarle le pregunté cómo estaba me dijo "Mal como de costumbre"
cuando al despedirme le dije que se cuidara me respondió secamente "I will do
my best"
desde entonces durante dos meses fue huésped semanal de los hospitales
y aún así se dio modos para hacerme llegar en enero Los autonautas de la
cosmoruta
amorosamente escrito a cuatro manos entre él y carol dunlop
a comienzos de febrero de paso por parís eduardo galeano me dejó un
ejemplar de Las caras y las máscaras que julio quería leer "durante su
convalecencia"
y miguel rojas mix que en esta historia de hospitales estaba entonces
hospitalizado me hizo saber que por saúl yurkievich sabía que el cronopio
mayor se acordaba de que no le había dado aún su medalla

julio ya no quería que se lo visitara en el hospital pero alfredo guevara logró
hacerle llegar el testimonio de solidaridad de cuba que ponía a su disposición
un avión y toda su capacidad médica
aunque sabíamos o sospechábamos o temíamos que fuera demasiado tarde
en la noche del sábado 11 de febrero le escribí unos renglones recordándole
que por viajes impostergables ausencias intempestivas e idas y vueltas suyas y
mías a los hospitales se había postergado la entrega de ese símbolo de
admiración y reconocimiento de la universidad española a la limpieza de su
vida y la limpieza de su obra
pero que se iban acumulando en mi poder cosas que le pertenecían
y que se las enviaba con alguien para que por intermedio de aurora bernárdez -
que había sido su primera mujer y era su última entrañable enfermera- las
recibiera el domingo a las cuatro de la tarde
pero el domingo se estuvo muriendo desde las cinco de la mañana hasta que
hacia el mediodía un médico tardíamente compasivo le puso una inyección
para que no le dolieran más el corazón ni el resto
esa noche vi en su casa de reojo el estuche con la medalla el libro y la carta

justo un año antes él había hablado del "término del periplo de una vida que
entra en su ocaso [...] al fin de un larguísimo viaje por las tierras y los mares del
tiempo"
no nos parecía a nosotros que hubiese sido tan largo pero ahí estábamos
enterrándolo el martes con un solcito frío de invierno en una caja larga y ancha
capaz de contener al gran hermano mayor aunque con la impresión de que
había tenido que empequeñecerse para pasar por la muerte sin bajar la cabeza
nos fue imposible convencer a los empleados de pompas fúnebres de que la
familia éramos nosotros cuando nos pedían que nos retiráramos
y volvimos a abrazarnos más estrechamente que la vez anterior
sintiéndonos que a pesar de estar todos juntos nos habíamos quedado un poco
más solos

(carol había muerto el 2 de noviembre "Día de los fieles difuntos"
julio fue a reunirse con ella -bajo la hermosa sábana de mármol que había
tallado luis tomasello- el 14 de febrero "Día de los enamorados"
dejo constancia de ello porque para él esas cosas tenían significado)

1984

Jorge Enrique Adoum "Desencuentros con Julio" de "Cementerio personal"


Julio Cortázar y Carol Dunlop

Nota aparte:

En los "Agradecimientos" de "Los autonautas de la cosmopista o Un viaje atemporal París-Marsella" dice textualmente: "A Jorge Enrique Adoum, Francoise Campo, Jerome Timal, Julio Silva, Gladis y Saúl Yurkiévich, Aurora Bernárdez, Nicole Piché, Francois Hébert, Hortense Chabrier, Georges Belmond, Laure, Philippe y Vicent Bataillon, Marie-Clude, Laurent y Anne de Brunhoff, que estaban en el secreto, nos dieron preciosos consejos que sería demasiado largo enumerar aquí, y nos alentaron con sus sonrisas lejanas en los momentos difíciles."


2 comentarios:

Marta Farreras dijo...

Muy bonito Francisca y muy entrañable tus escritos me llegan al corazon

Raul Farias dijo...

Bellisima historia junto al gran cronopio...

Saludos y buenisimo que esto haya sido publicado