jueves, 14 de febrero de 2008

de santiago a bolivia los pasajes

sorprendente, mentalmente todavía no llegué a Uyuni cuando ya están ellos camino a La Paz "hoy...tomamos un bus a La paz...vamos para allà para recorrer los alrededores, por el lado del titicaca (...)y en titicaca pasar unos dias...y conocer por ahì"; me encanta, que sencillo, que bonito, que lejos!!
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la pequeña me escribe "desde san pedro ayer nos fuimos a calama y...ahora en la mañana tomamos un bus a uyuni...mañana seguro partimos a otra parte, pero como llegamos hace poco rato aún no decidimos bien" y pienso en eso de que el mundo es ancho y todo es tan cercano y fácil de alcanzar sin problemas, con una mochila casi de su tamaño, el equipamiento necesario para acampar, entre buses y "a dedo" hace pocos días estaban en el Parque Nacional Pan de Azucar, me llamó desde Chañaral y de pronto desde San Pedro de Atacama y contenta porque estuvo en el Valle de la Luna y también fueron a los geysers en el Tatío y ahora un mail desde Bolivia. Y me imagino que va a conocer el salar de Uyuni que dicen que es un lugar bello y me pregunto si finalmente se encontrará con su amiga Carla que también está mochilendo por esos lugares y me siento contenta porque ella lo está y porque el desierto y el altiplano le han cautivado.

¿Será que mi procedencia andina me inhibe sentir esa fascinación por el altiplano a la que mis hijas se han sumado? El sur me produce muchas sensaciones, lo disfruto, volvería siempre, cada vez que fuera posible para recorrerlo, re-conocerlo y tratando de avanzar cada vez más hacia el sur, como queriendo encontrarme con la Cruz y sus cuatro estrellas y me encantaría recorrer los fiordos de Chiloé y llegar hasta el fin del mundo. El desierto si me ha despertado la curiosidad, pero no los pueblos altiplanicos y lo reconozco. Cuando estuve en Iquique me encanté con esa inmensidad plana, árida de arena y cielo; me emocioné en Humberstone, la abandonada antigua oficina salitrera que inicialmente se llamo La Palma y a la que le pusieron Humberstone por un ingeniero inglés. Era un pueblo fantasma en esos momentos, creo que restaurado o en restauración ahora, donde no había absolutamente nadie, excepto yo caminando por una plaza frente a la pulpería, en medio de la aridez y donde curiosamente había unos rosales en flor acompañados del crujir de puertas y ventanas a abiertas de las casas que rodeaban esa plaza.

Y mi pequeña anda en Bolivia como quien anda por casa. Pienso en esa sensación de cercanía, de proximidad aun cuando sea otro país con el recorrido histórico semejante al mío, marcado por la huella de los Incas que salieron del Titicaca y en lo lejano que está en el imaginario hasta que la pequeña me dice al teléfono "mañana me voy a Bolivia" y entonces suena tan cercano, tan ahí al alcance de unos pasos y el mapa se acorta y me doy cuenta que tiene que ver con mi percepción ecuatorial desde la cual Bolivia sí está lejos, contradicotriamente, porque las siento cercanas a Quito y Santiago y más ahora que mi niña sigue allá y con ella chateo casi a diario cuando conectadas "sin conexión" ella me pregunta "¿mamá, estai ahì?" y nos ponemos al día sobre lo que hace y comparte con mis quiteños queridos.

Estan distantes una de la otra y pero tan comunicadas y me alegro al leer "me mando un mail dile que le mandarìa mail encantada pero se demora esto un poquito me preguntaba si querìa que me traiga algo dile que no quiero nada en especial, lo que sea su corazòn" y entonces reenvío el mail que me llegó desde Uyuni para que la comunicación entre ellas tan cercanas siempre, se mantenga y lo hago con una sonrisa de ojos húmedos porque me emociona como entre ellas se entienden y se quieren desde hace cerca de 20 años en que mi niña tenía cinco cuando llegó mi pequeña.

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