viernes, 30 de mayo de 2008

ya en Quito

este frío de Quito no lo recordaba o es talvez que cuando vivía acá permanentemente estaba acostumbrada a él. Ahora llego del frío de Santiago, del otoño que mas bien parece invierno con lluvías copiosas y fríos intensos y a este clima, el mío, sí que lo siento.


Cotopaxi , originally uploaded by dibufoto

La altura no me desconoce y los 2.820 metros me pesan. Además que la alegría de estar en familia, de abrazarlos a cada uno, a mi mamá que está cansada, a mi papá emocionado a la Lele que me reconoce y me habla con esa naturalidad de lo cotidiano, como si nos hubiéramos visto todo este tiempo, aunque con dificultad, me emociona; a todos les ha dicho que me ha visto en estos días e incluso me dijo ayer que yo dormí en la cama contigua la noche anterior. Supongo que los derrames cerebrales son así en la etapa de recuperación y que se mezclan las emociones con la realidad.

No les digo nada, espero a que venga la Tocha de Manta para contarle, aunque talvez hoy se lo cuente a Carmen (a mi mamá no, siempre ha sido más excéptica frente a estas cosas) pero talvez el que la Lele me sintiera cerca puede ser un asunto de energías. Desde que tuvo el derrame, casi todas las noches mientras respiro a la manera del yoga, también me concentro en ella para enviarle energía a través de la exhalación. Muchas veces la sentí muy cerca, le hablé y puede ser que eso ella lo haya recibido estando tan en contacto con su interior como estaba, ausente del mundo externo, lejana a todos. El hecho es que ella ha preguntado y hablado de mí y lo primero que había dicho cuando pudo decir algo fue que yo la había ido a ver.

Esta mañana, ya sin el sueño de viaje, desperté pasadas las 5:30, ya había una ligera luminosidad y al rato estaba aclarando el día, esa puntualidad ecuatorial del sol que empieza a alumbrar a las seis me impresiona una vez más; me encanta esa certeza que en el cono sur no hay por las estaciones, la de las doce horas exactas del día, de seis a seis, durante todo el año. No llovía, el frío al aparecer el sol se sentía menos y al fondo, en el sur estaba el Cotopaxi blanco y erguido.

Aproveché la mañana temprana para salir al jardín, el rocío o talvez el resto de lluvia humedecía las plantas. En uno de los manzanos de mi papá había un brote, el más pequeño de todos, mínimo, no debe medir ni medio centímetro pero ahí está, firme junto a hojitas que también quieren salir a mirar el sol.

brote de flor de manzano , originally uploaded by dibufoto

Me encuentro con las orquídeas que cuida mi mamá, unas blancas pequeñitas se entremezclan con otras fuccias y otras lilas de dos tipos. Tienen esos tallos largos desgarbados que caen para cualquier lado. Las miro con la cámara, recorro el jardín, comentamos de las plantas, de las flores, miramos las fotos y hablamos de las combinaciones de colores por la polinización.

orquidea, originally uploaded by dibufoto

Es el primer día y siento alegría; siento que recupero esta vida cotidiana, esta vida de familia en la que lo sencillo, junto al cariño es importante.

1 comentario:

irene dijo...

Debe ser bonito reencontrarse con la familia, seguro que su calor hace no sentir tanto el frío climatológico.
Es estupendo tener un jardín, con árboles frutales, plantas, flores... disfrútalo mucho todo.
Besos.