martes, 4 de diciembre de 2007

expulsados del vientre

Recorriendo las páginas de la "Carta a mi madre" de Juan Gelman, que quise releer después que alguien la pusiera como vínculo en su último post, me ha quedado rondando la sensación que Gelman también es de aquellas personas que viven una especie de interminable búsqueda de algo o alguien que en su imaginario es alcanzable pero con un temor a encontrarlo y sin hacer nada por superarlo.

Algo que me llama la atención es lo que pasa con personas que aparentemente tienen sus cosas resueltas y claras, con un nivel intelectual y cultural alto y profesionalmente satisfechos, que viven rodeados de gente pero que son muy solitarios, que algunos casos abandonan o aspiran a vivir sin problemas ni conflictos acercándose más a fantasías que a futuros posibles y que usan el argumento de la búsqueda como un escudo protector, una coraza para no comprometer sentimientos ni entregas, para no sentirse de otros ni que otros les incluyan en su vida, muchas veces dejandola pasar en la espera de algún tipo de ilusoria perfección.

Su lectura me ha llevado a un par de años hacia atrás y con ella he recordado, si ningún sentimiento ya, una historia que dejó de ser tal por el peso que en él tuvo una no resuelta y tormentosa relación madre-hijo y que al parecer se repite en muchos. También he recordado a amigos y conocidos que viven en una constante búsqueda de "esa" persona que les llene, otros que argumentan una permanente necesidad de estar solos o que simplemente se declaran inmunes al amor y a los sentimientos sin involucrarse en nada ni con nadie, sino pasajeramente.

En la "Carta a mi madre" dice Gelman en algunos párrafos:

"debo haber sido muy feliz adentro tuyo / habré querido no salir nunca de vos / me expulsaste y lo expulsado te expulsó /

¿esos son los fantasmas que me persigo hoy mismo / a mi edad ya / como cuando nadaba en tu agua? /
(...) ¿por eso escribo versos? / ¿para volver al vientre donde toda palabra va a nacer? / ¿por hilo tenue? / la poesía ¿es simulacro de vos? / ¿tus penas y tus goces? / ¿te destruís conmigo como palabra en la palabra? / ¿por eso escribo versos? / ¿te destruyo así pues? / ¿nunca me nacerás? / ¿las palabras son estas cenizas de adunarnos? /

nos separaste muchas veces / (...) tu tristeza me era insoportable / a veces quise morirme de eso todavía / (...) siempre supiste lo que hay entre nosotros y nunca me dijiste / ¿por culpa mía? / ¿te reproché todo el tiempo que me expulsaras de vos? / ¿èse es mi exilio verdadero? / (...) siempre conmigo fuiste doble / te hacía falta y me echaste de vos / ¿para aprender a sernos otros? /

(...) me hiciste otro / no sigas castigándome por eso / ¿te sigo castigando por eso? / ¿y sin embargo / y cuándo / y yo tu sido? / ¿vos en yo? / vos de yo? / ¿y qué podemos ya cambiar? / ¿pudimos cambiar algo alguna vez? (...)

¿te das cuenta del miedo que nos hiciste, madre? / ¿de tu poder / de tu claridad? /

¿qué cuentas pago todavía? / necesito recorrer una a una tus penas para saber quién soy / (...)

(...) ¿y vos creés que estás muriendo? / ¿antes que muera yo? / ¿y se apaguen los gestos que escribiste en mi cuerpo? / ¿las dichas que imprimiste? / ¿en mi querer a las mujeres? / ¿prologándote en ellas? / ¿que de vos me tuvieran y alejaran? /"


En esos días ya pasados leí esta carta varias veces tratando de entender lo que racionalmente sabía pero que afectivamente no podía asimilar. La percepción que el tenía sobre la suya era la de una madre incitadora a la culpa (reflejo de sus propias culpas?), invasora de la vida de sus hijos/as y a la vez cerrada para que ellos no entraran a la suya; alguien que usaba el chantaje emocional como un lazo que atrapaba el corazón del hijo sumiéndolo en la angustia y la impotencia al no poder soltarse bloqueándole también la capacidad de darse a otros, de alegre y plácidamente sentirse de otros sin dejar se ser uno mismo.

Cuando pude finalmente tomar distancia afectiva, bien contenida y apoyada por una terapia, por un lado y con consciencia de que los que tuve fueron un crecimiento y un aprendizaje diferentes provenientes de una pareja madre-padre pródigos en cariño, cercanos y no posesivos, recién comprendí que la audacia de vivir, para esas personas es posible sólo en la medida que no comprometan sus cotidianos, sus entregas parciales, sus intentos a medias por dar y puedan bloquearse lo suficiente para no sentirse pertenecientes a otros. Viven atados al dolor de una madre que los aprisionó o a trancas similares sin saber como sanarse, enfermando además a quienes se les acercan e involucran afectos.

Entender y asumir esto para superar el abandono que hace flaquear, que pisotea la autoestima y duele tanto, me ayudó finalmente a liberarme de ese amor enfermizo y lo que es más importante, a percibir cuando alguien acarrea el dolor de ser un hijo afectivamente castrado por su madre o por las vivencias de su primera vida familiar.

No creo que ese temor a permitirse ser de otros, a entregarse y dar sea algo que se planifique, mas bien siento que se da por no saber como sanarse, haciéndose más fácil abandonar antes de ser abandonados o "expulsado del vientre", como dice Gelman. ¿Será entonces, que es tan fuerte el miedo, que tienden a ver en las otras mujeres a esa madre y se "salvan" refugiándose en si mismos al menor atisbo de peligro?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

No solo no se planifica, luchamos contra ese temor, lo reinterpretamos como independencia, nos rebelamos como gato panza arriba, pero está ahí, aparece como una sombra que nos sigue diciendonos que es parte de nosotros.

No sé si será cultural, no sé si es la contundente realidad de nuestra biología, de los procesos químicos que, a veces, llamamos espíritu (leeré a Eduardo Punset), no sé, Francisca. Solo doy fe que es una incapacidad que nos persigue, a veces hasta el dolor y la soledad.

Anónimo dijo...

Juan, no se refería a ti. Me consta.

francisca de la torre dijo...

no, se refiere a Juan, a ningún Juan y lo que "juan" dice sólo lo interpreto como una muy honesta expresión de lo que a algunos les pasa.

Como sea, a quien postea como anónimo se le agradece que escriba de frente, es decir, que se identifique y no se oculte tras la cobardía del anonimato

francisca de la torre dijo...

debe decir "no, no se refiere a..."

Anónimo dijo...

ni tan anonimo si entendi de lo que hablabas

Anónimo dijo...

y menos anonimo si digo que me consta